Tu estado de ánimo empieza a depender de cuantas personas notaron el nuevo peinado que adorna tu precioso rostro, del cual no sabes que tiene aquella característica pero nunca nadie te lo dijo, empiezas a depender de cuántas veces alguien volteó a verte, volteó para dibujar con sus ojos tu figura. Y como último pasas entre ensoñaciones construyendo a aquel ser que despertará en tí un deseo de continuar. Pero no, no recibes nada de lo que esperas y nadie voltea a fijarse quien es aquella que entre ropas llamativas pero no agradables se esconde. Entonces el mundo se desmorona, el viento corre en contra, todo está de cabeza de repente, y la ansiedad en conjunto con aquellas síntomas con los cuales ya estás familiarizada empiezan a resurgir, es entonces que el nudo asciende desde tu estómago... ¿O corazón? el metafórico por supuesto, que coincidentemente parece estar ubicado en el mismo lugar del literal, te ahogas y quieres huir,pero querida, que crueldad de aquellos que te rodean el no haber apreciado lo que tienes para dar, y es entonces cuando aparece alguien desde una cueva lívida, reclamando ser tú, deseando cambiar las imágenes destructivas que el espejo se empeñó en restregarte todas las mañanas, déjalo inmiscuirse, sólo a ver que pasa, y si el cambio que he predicho no aparece, las puñaladas corren por mi cuenta.
martes, 3 de abril de 2018
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